LA OCLOCRACIA Y LOS OBJETIVOS DE LA ESO (PARTE I).
Autora:Estefanía Mbá
Hoy quiero hablar sobre la oclocracia.
Un término que no es tan conocido como
el de democracia, aunque como
habréis visto en el título del texto, también menciono la ESO (Educación
Secundaria Obligatoria). Más adelante entenderéis por qué relaciono la ESO con oclocracia.
Antes de hablar de oclocracia debo explicar brevemente la democracia. Pienso que es importante hacerlo para facilitar la comprensión de mis reflexiones posteriores. Prácticamente, todos hemos escuchado hablar de democracia, se podría decir incluso que está de moda hablar de esto. Pero, ¿qué se entiende realmente por democracia?
Para estudiar la democracia echaremos una mirada al pasado y
recurriremos a los más clásicos pensadores. Vamos a tomar a Aristóteles como
referencia, uno de los primeros que hacen una clasificación formal de los
gobiernos en base a su número de gobernantes. A pesar de que no será novedoso
para los que hayáis estudiado filosofía, debo poner su clasificación aquí para
que entendáis después de dónde deriva o surge la oclocracia.
Aristóteles distingue tres formas puras (buenas) de gobierno:
1.Monarquía (gobierno de uno).
2.Aristocracia (gobierno de pocos) y,
3.República-politeia (como gobierno de la “mayoría” o de “todos”).
1.Monarquía (gobierno de uno).
2.Aristocracia (gobierno de pocos) y,
3.República-politeia (como gobierno de la “mayoría” o de “todos”).
Observando rápidamente la clasificación anterior podemos ver que estas
formas puras para él, no están libres de
ambigüedades, pues ¿cuántos son “pocos”, “mayoría” o “todos”?
Este mismo pensador explica que las tres formas de gobierno citadas antes, se pueden
degenerar. Para que nos entendamos, esas formas de
gobierno pueden mostrar su versión mala o perversa. Así es que:
1. La tiranía (gobierno de uno para su interés personal) sería la versión mala de
la monarquía.
2. La oligarquía (gobierno
en pro del interés de los ricos) sería
la versión perversa de la aristocracia.
3. La democracia, aunque el autor a veces también habla de demagogia (gobierno
a favor del interés de los pobres) sería la faceta mala de la república (politeia).
Este último apunte, no siempre suelen mencionarlo muchos de los
analistas políticos de nuestros tiempos. Quizás
no queda tan bien que se diga que uno de los pensadores (Aristóteles) más ensalzados entendía una de las formas
de gobierno más veneradas como degenerada (democracia).
Como habrán podido apreciar, la democracia de Aristóteles
no es exactamente la democracia que entienden los contemporáneos. La democracia ha llegado a nosotros como
una forma buena de gobierno, si no la mejor forma de gobierno. Esto no quita
que sea un concepto que ha ido evolucionando a lo largo del tiempo, llegando
por periodos a sufrir su propia crisis de legitimidad, pero intentando después
reinventarse ante este escenario.
En relación con las últimas afirmaciones, los estudiosos de
la materia están dejando de hablar de democracia como forma de gobierno buena
en términos absolutos. Hemos empezado a escuchar eso de democracias con adjetivos, esas que se miden y que ya no son tan
absolutas (democracias no liberales,
democracias de baja intensidad, democracias
delegativas,democracias imperfectas, democracias inmaduras, entre
otros). No obstante, lo primero que la gente suele pensar es: ”se
es o no se es una democracia”.
Evidentemente, cuestionando el hecho de que se hagan estas mediciones que ponen
adjetivos o apellidan a la democracia.
En palabras simples, la definición más común que se da de
democracia es “el gobierno del pueblo”. Como aquel que le otorga la soberanía
mediante mecanismos de participación (directa o indirecta) que dotan de
legitimidad a sus representantes.
Si
la democracia supone todo lo explicado hasta ahora: -¿Qué es lo que ocurre en el
caso de España?
-¿Qué pinta la ESO en esta historia?
Por muchos es bien conocida la historia en el caso de España para
llegar a tener lo que se considera hoy su sistema democrático. Es sabido el
discurso del Estado de Derecho que se ha intentado construir y que se pretende
mantener en este país. Es bastante conocida la afamada promoción del estado
social y de bienestar. Tal es así, que de este último conglomerado de “estados”
nombrados tenemos, por poner un ejemplo, como fruto en cuanto a educación, el
afán por la implantación de un sistema educativo público, de calidad y
gratuito. Como resultado, la misma constitución española y diversas leyes
plasman esta motivación. Pondré como referencias los artículos 27.4 de la Constitución española y 22.2 de La Ley
Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación y, después introduciré mis próximas ideas.
Dice el artículo
27. 4 de la Constitución española: “La enseñanza básica es obligatoria y gratuita”.
Por su lado, el
artículo 22.2 de la LOE establece: “La finalidad de la educación secundaria
obligatoria consiste en lograr que los alumnos y alumnas adquieran los
elementos básicos de la cultura, especialmente en sus aspectos humanístico,
artístico, científico y tecnológico; desarrollar y consolidar en ellos hábitos
de estudio y de trabajo; prepararles para su incorporación a estudios
posteriores y para su inserción laboral y
formarles para el ejercicio de sus derechos y obligaciones en la vida
como ciudadanos.”
Esta última línea me ha hecho reflexionar mucho y tener serias dudas
sobre si realmente este sistema que tan bien planteado parece estar en las
leyes, en la práctica está formando a los ciudadanos y en especial a los
jóvenes, para el ejercicio de sus derechos y obligaciones. Y si lo está
haciendo, ¿en qué condiciones?
Quizás alguien se
preguntará y dirá: “¿Qué te hace tener esas dudas? Las cosas no están tan mal,
nos podría ir peor”.
Pues verán, al igual que yo muchos ciudadanos españoles han presenciado o vivido diferentes oleadas de
manifestaciones, concentraciones y huelgas solidarias en los últimos años. Se
podría decir que para una democracia esto es una buena señal, que los ciudadanos
no hacen más que ejercer esos derechos. Sin embargo, a pesar de la posible
bondad implícita en ese hecho, y que la democracia es también reputada como un
sistema de seguridad cuya función es evitar conflictos, en nuestros siglos se
enfrenta a otro tipo de riesgo que deriva de la oclocracia.
No sé qué estaréis pensando los que hayáis llegado al final de esta
parte. Si lo habéis hecho os felicito por estar rompiendo los esquemas, por
querer saber. Os invito a leer la segunda parte, en la que realmente podréis
encontrar el sentido de las parrafadas anteriores. Os invito a leer hasta el final, porque como
mínimo vais a aprender algo nuevo hoy.
LA OCLOCRACIA Y LOS OBJETIVOS DE LA ESO (PARTE II).
LA OCLOCRACIA Y LOS OBJETIVOS DE LA ESO (PARTE II).
Como bien explica Padilla (2016), el término oclocracia fue acuñado
por el historiador griego Polibio.
Éste último enumeró seis clases de gobierno basándose en la
clasificación aristotélica explicada en la primera parte del texto. Tres formas
básicas y tres formas relacionadas.
Para él, la monarquía, la
aristocracia y la democracia serían
las tres primeras estructuras. La
tiranía, la oligarquía y la oclocracia serían sucesivamente las
degeneraciones de esas tres primeras estructuras.
El origen de oclocracia se distingue por tres rasgos característicos, el primero de los cuales denota una
forma de “violencia” expresada por la palabra hybreos o hybris, que se traduce como "orgullo",
"insolencia ", o
“indignación”.
El segundo y más relevante aspecto es paranomía entendido como
"ilicitud", una contradicción directa con lo que es lícito.
La tercera característica es la traducción de la palabra griega ὀχλοκρατία en "gobierno de la muchedumbre". Traducción literal de oclocracia por la que optaron muchos eruditos.
General
e históricamente, la oclocracia ha sido entendida como el gobierno de la
muchedumbre cuya voluntad está viciada o manipulada.
Padilla continúa sus observaciones aclarando que, aunque el fenómeno
de la oclocracia no es nuevo, sus rasgos característicos son diferentes hoy en
día. Para él es un fenómeno que en la antigüedad fue descrito e interpretado
incorrectamente como "gobierno de la muchedumbre”. Sin embargo, resulta
que ese no es el origen del problema
sino más bien el resultado de un proceso iniciado por un grupo de personas que
forman la fuente de poder, los llamados actores institucionales.
Dice para mostrar la manifestación de la oclocracia en la actualidad:
“Comparando los recientes incidentes en Italia, Austria y España, podemos
observar los patrones típicos que se producen en los sistemas oclocráticos. Los
programas políticos de estos tres países muestran ciertas similitudes que
producen la degeneración de los sistemas democráticos a lo largo del tiempo.
Daremos un esbozo de estos patrones y similitudes.
Primero, los
líderes del partido tienen la intención de debilitar el control parlamentario. Para lograrlo, el partido líder gobierna
por numerosos decretos y promulgaciones en lugar de proponer nuevas leyes. El
gobierno prefiere los decretos para evitar que las nuevas propuestas sean
discutidas en el Parlamento y posiblemente rechazadas. De hecho, los partidos gobernantes utilizan las crisis económicas como
excusa para una reestructuración de la administración del estado. El partido
hace cambios en beneficio de los miembros del partido. El motivo de estos
cambios es a menudo un intento de centralizar la administración del estado.
En un segundo
paso, la función del Parlamento es puesta en entredicho por la parte dirigente.
El objetivo es debilitar el poder judicial, que se lleva a cabo por el camino de la
jubilación anticipada de los profesionales jurídicos, y la escasez de personal.
Con el pretexto de la modernización y un déficit nacional excesivo, el partido
gobernante se niega a ocupar nuevos puestos. En efecto, los jueces y un número reducido de funcionarios tienen que
ocuparse de una mayor carga de trabajo. Esto conduce a un bloqueo
parcial del sistema judicial por el cual se exceden los plazos y la síntesis
legal filosófica, el procedimiento sufre demora. Como consecuencia directa, es
probable que se produzcan errores formales y que los procedimientos jurídicos
puedan llegar a su fin antes de que hayan empezado.
Los jueces
independientes y el personal legal son acusados de cometer errores, y a menudo
son reemplazados por profesionales legales que tienen una membresía de partido.
En esta etapa el
objetivo original del partido está casi terminado: el nuevo personal que está
vinculado al partido lleva a cabo el programa político de este partido
obstruyendo cualquier procedimiento contra los miembros del mismo. La misma
técnica se aplica al poder ejecutivo, cuya función y eficacia es disminuida por
un personal reducido y una jubilación anticipada.
Parte de la reestructuración es que el personal recibe la orden de
dejar aparte la investigación de la delincuencia, y dedicar tiempo a cuestiones menos cruciales”.
Pienso que la exposición de este autor explica gráficamente cómo
entender el concepto de oclocracia hoy, pero si eres una persona que quiere
entender esto más fácilmente, sin demasiados tecnicismos, ¿cuándo puedes saber que la oclocracia se está produciendo y en
consecuencia está afectando a los ciudadanos? Es simple, se está dando
cuando nos dicen que la ESO se hace obligatoria y gratuita para formar a los
ciudadanos en el ejercicio de sus derechos y obligaciones, pero resulta que
estos ciudadanos siguen manifestando
una voluntad viciada a la hora de ejercer estos derechos y obligaciones.
¿Y cómo puedes
saber que manifiestan una voluntad viciada? Voy a poner unos ejemplos que os sonarán a todos:
1. Cuando los medios de comunicación o desinformación (como los
denomina mi colega en este texto) dicen que han acudido
miles de personas a una manifestación o huelga X exigiendo X. Pero, resulta que
gran parte de los que acudieron a ella ni siquiera sabían realmente qué es lo
que iban a pedir, ni en qué términos se pedía esa cosa X (no hablo del resumen
recibido de los medios de comunicación o incluso tweets).
2. Cuando miles de personas opinan sobre sentencias que no se leen y
mucho menos entienden, pero exigen que los jueces dimitan en base a resúmenes
de telediarios o conversaciones de Bar. Cuando no saben que existen mecanismos
legales para recurrir algunas de estas, pero se supone que viven en un Estado
de Derecho. Cuando interpretan que un mismo delito tiene mayor o menor
relevancia en función de quién lo cometa (si es negro, blanco, de x país,
hombre o mujer). Cuando no entienden la separación de poderes por la que han
venido votando en el tiempo o dejan de defenderla porque ya no se ajusta a sus
deseos personales y abogan por los juicios paralelos.
3. Cuando votan sin saber lo que votan. Sin leer el programa de lo que
ofrece cada partido político, y después se quejan.
Dicho esto, voy a
dejar claro y puntualizar que los ciudadanos efectivamente deben poder ejercer
sus derechos. Que es
fundamental que lo hagan desde el conocimiento y no desde la manipulación. Que
deben poder acceder a información veraz para tomar sus decisiones y, que es
importante que sepan dónde encontrar esa información fiable.
Si quien sea nos vende que va a reformar el sistema educativo para que
podamos ejercer nuestros derechos y obligaciones, pero resulta que seguimos sin
poder ejercer esos derechos y obligaciones en condiciones decentes, seguimos
sin poder hacer algo tan simple como buscar y conseguir información fiable para decidir responsablemente,
entonces no es descabellado pensar que igual algo sí que está fallando.
Solo cuando los ciudadanos deciden desde el conocimiento se puede
evitar que la democracia derive en oclocracia. Pues, ni la muchedumbre representa a la voluntad
general, ni necesariamente sus decisiones son las más juiciosas.
¿De qué herramientas disponen los ciudadanos para liberarse
de la oclocracia o evitarla efectivamente? Si quieres que profundice sobre ese aspecto u otro puedes dejar tu comentario aquí abajo. En caso contrario, espero que te haya
servido de algo el texto.
Referencias:
-Jesús Padilla Gálvez (2016). Democracy in times of Ochlocracy. University of Castilla-La Mancha, Faculty of Legal and Social Sciences, San Pedro Mártir.
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2 comentarios
impresionante...
ResponderEliminarOhh, gracias!
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